Argentina y el BID: el día después

Publicado por Ricardo Carciofi en

La elección del presidente del BID y la estrategia que siguió Argentina ha sido motivo de amplio debate (1). El hecho tiene su importancia porque por primera vez desde la creación del Banco en 1959 un ciudadano estadounidense habrá de conducir la institución. La cuestión tiene implicaciones geopolíticas en el escenario regional y de la arquitectura de los organismos financieros con sede en Washington. Ahora bien, una vez ocurrida la Asamblea donde los países que integran el BID emitieron su voto y consagraron Presidente a Mauricio Claver Carone, nos enfrentamos frente a un dato de la realidad con el cual habrá tener en cuenta en la línea de acción que se abre de aquí en más. Esta nota aporta una reflexión en tal sentido, teniendo en cuenta el doble papel que cumple nuestro país dentro del BID: es un accionista de importancia y, al mismo, tiempo necesita del apoyo financiero que aporta el Banco. Parece conveniente distinguir tres planos de análisis: la gobernabilidad del BID, el programa de préstamos y el flujo financiero y la relación los otros organismos.

Sin lugar a duda, el cambio en la conducción de la institución habrá de traer un impacto. No se trata tan sólo de visiones contrapuestas, nombres propios y estilos. Como se señaló arriba, habrá que encontrar un nuevo balance en el funcionamiento de la institución. En la gestión cotidiana de negocios cumple un papel crucial el Directorio. Es clave encontrar los mecanismos de diálogo para evitar una posible parálisis, sino también para mantener el foco en las estrategias y políticas que hacen a la esencia de la acción. El programa operativo, los préstamos y la cooperación técnica, se desprenden de lo anterior. Nuevamente, siendo una institución donde la mayoría del capital accionario lo detentan los prestatarios, el liderazgo en la construcción de una agenda positiva corresponderá a los países de América Latina. Aquí reaparece nuevamente, ahora con perspectiva hacia adelante, la necesidad de un entendimiento básico entre Argentina y Brasil -son los dos países con mayor capital después de EE.UU. Si no se encuentran caminos efectivos para avanzar en esa dirección, el riesgo que se corre es que aumente desproporcionadamente el costo de transacción de operar con el BID. Si eso ocurriera, la institución puede ingresar en un cono de sombra e irrelevancia.

Entretanto, Argentina debe prestar atención a otro frente: el flujo financiero neto con el BID. La cartera actual que asciende a US$ 11 mil millones, de los cuales 42% se encuentra en curso de desembolso según el ritmo de ejecución de los proyectos. La mayor parte corresponde a 54 operaciones con el sector público -transporte, energía, ciencia y tecnología, turismo, desarrollo agrícola, entre los principales sectores. El objetivo entonces es mantener un balance positivo o neutral entre la carga de intereses y amortizaciones que debe afrontar el país, y los fondos a recibir de los préstamos en actividad. Esta meta se ha venido logrando con un nivel de aprobaciones de alrededor de US$ 1,1 mil millones anuales de operaciones de nuevos proyectos. Mientras la ejecución de los programas es un tema de carácter operacional y que concierne a la administración del Banco y de las respectivas unidades del sector público donde se encuentran ubicados los mismos, la aprobación de nuevos debe pasar por sucesivos filtros y la aprobación del Directorio. Por lo tanto, aún con una mirada estrecha circunscripta de manera exclusiva al cash-flow del BID con el país, Argentina requiere del apoyo activo de los demás miembros del Banco y exige reunir los votos favorables a la hora de la aprobación de los préstamos. Difícilmente puedan obtenerse decisiones sin acuerdo del accionista mayoritario: EE.UU.

Finalmente, aparece el tema de la relación con los otros organismos multilaterales, el Banco Mundial y el FMI. La cuestión es relevante porque existe una coordinación explícita entre el accionar de las tres instituciones. Como es sabido, Argentina se apresta a desarrollar una negociación compleja con el FMI que llevará a montar un nuevo programa que, financieramente, tendrá el propósito de refinanciar las amortizaciones de la actual deuda con el FMI. Es aquí donde los aspectos de organización y toma de decisiones adquieren importancia. En el caso argentino, la relación con el FMI está a cargo del Ministerio de Economía, mientras que la Secretaría de Asuntos Estratégicos se encarga del BID, por lo cual se requiere una comunicación estrecha entre ambos. Ahora bien, prestando atención a lo que se señalaba arriba, del lado estadounidense la organización es distinta. La coordinación de los representantes ante los organismos financieros internacionales es ejercida por la Subsecretaría de Asuntos Internacionales del Departamento del Tesoro. Desde allí se imparten las orientaciones sobre las cuales deciden y votan los Directores estadounidenses en cada uno de los organismos -BID, Banco Mundial y FMI (2). Por tanto, hay un seguimiento muy próximo y actualizado sobre cuáles de los programas y solicitudes de financiamiento de los países, más allá de los temas propios de la gobernanza de las instituciones. Se agrega también un detalle no menor. Mauricio Claver-Carone ha sido Asesor Principal de dicho departamento del Tesoro y, en sus nuevas funciones, muy probablemente habrá de tener un contacto regular con esa agencia.

En síntesis, la elección del Presidente del BID ha quedado atrás y ahora comienza una nueva etapa. Para todos los países de la región resulta de interés común asegurar un funcionamiento eficaz de la institución. Esto exige poner en funcionamiento mecanismos de diálogo a nivel del Directorio como cuerpo colegiado, y éste a su vez con la Presidencia, y a partir de allí derivar instrucciones claras al resto de la administración. La tarea no será fácil. Argentina, además de su interés como país miembro y accionista de importancia del BID, le agrega el objetivo de atender las necesidades financieras en su relación el mismo, y también con los restantes organismos de crédito. Por otro lado, queda claro que más allá de detalles organizacionales, el área internacional del Departamento del Tesoro de los EE.UU. será una contraparte clave en las negociaciones que se avecinan.

 


1. La nota que se publica aquí forma parte de un trabajo más amplio del mismo autor. Véase: ARGENTINA Y EL BID: el día después. Fundación CECE.

2. Los representantes de E.E.U.U. ante los organismos son propuestos por el Departamento del Tesoro pero requieren la aprobación del Congreso.

 

Publicado en Nuevos Papeles, el 18 de septiembre de 2020.

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